Fonoaudiología e infancia

Fonoaudiologia E Infancia

En el desarrollo aparecen algunos interrogantes respecto al habla de los niños, la manera en que se comunican, la pronunciación, la respiración o cualquier otra pregunta en relación a su lenguaje. Frente a esto, suena un interrogante común: ¿cuándo llevar a un niño a una consulta de fonoaudiología?

Conversamos con la Fga. Nadia Pereyra M.P. 8143, que nos comparte información sobre las señales de alerta para llevar a un niño a una consulta, los tratamientos y otros datos de interés.

¿De qué se ocupa la fonoaudiología?

La fonoaudiología es una disciplina que estudia la comunicación humana y sus posibles alteraciones, abordando así diferentes áreas como son la voz, el habla y el lenguaje, la audición y la odontoestomatología.

Cuando alguna de estas áreas presenta algún desafío, el profesional fonoaudiólogo interviene trabajando en base a la necesidad o al área que esté afectada. Cuando llega un niño al consultorio fonoaudiológico, el abordaje es de manera integral en todas estas áreas mencionadas. Por ejemplo, si la consulta es por retraso en el habla, es necesario tener en cuenta la audición, la voz, lo odontoestomatológico, entre otras variables.

¿Cuándo consultar con un fonoaudiólogo si creemos que nuestros niños tienen algún desafío?

Teniendo en cuenta que la comunicación humana surge desde el vientre materno, la consulta no tiene tiempo cronológico específico. Desde el nacimiento hasta los doce meses de un niño, aparecen los precursores lingüísticos; es en esta etapa donde los padres o cuidadores empiezan a tener una comunicación con el niño que no es netamente expresiva. Aparece el llanto, aparece este “ajó” que comunica a los cuidadores o a sus papás con el niño. Aparecen conductas como fijar la mirada y seguir un objeto, buscar la fuente sonora, la permanencia del objeto, la reacción del niño a un “no”. Aparecen también el contacto visual, la sonrisa social, la atención conjunta.

La intención comunicativa está latente a través de todos estos precursores. Los niños empiezan a usar gestos, empiezan a entender la toma de turnos, empiezan a hacer uso de los sonidos propios del habla; generalmente, la lengua materna.

Todos estos precursores todavía no tienen forma de palabra, pero son necesarios para el desarrollo lingüístico. Siempre le digo a mis pacientes que los cuidadores o los padres tenemos un sexto sentido y muchas veces recurrimos a nuestro médico de cabecera, con ciertas inquietudes o preocupaciones. Frente a estas inquietudes pueden aparecer respuestas comunes como:  esperemos un tiempo más, ya va a evolucionar solo, es normal, está muy solito. Actualmente, se considera que no hay que esperar nada y que, si aparecen estos llamados de atención como podrían ser la falta de alguno de estos precursores que nombramos anteriormente, debemos hacer una consulta; esto se debe a que antes de que aparezca la palabra, es necesario que éstos estén presentes y se desarrollen de manera adecuada para dar lugar al lenguaje hablado.

Si el profesional médico dice que esperemos, la respuesta es pedir una segunda consulta, otra opinión, o directamente una derivación con el especialista en el área de la comunicación y el lenguaje.

En resumen, no hay tiempo ni edad para hacer la consulta con un fonoaudiólogo.  Mientras más temprano sea el abordaje, mayores son las posibilidades de superar estos desafíos que pueden estar en cualquiera de las áreas fonoaudiológicas.

¿Cuáles son los tratamientos más usuales?

Bueno, el tratamiento será en función de la necesidad o desafío, pero vamos a referirnos puntualmente al área del lenguaje que es la más común o aquello que a los padres más suele preocupar, que es el desarrollo del lenguaje expresivo cuando éste se retrasa o aparece de manera tardía.

Generalmente, en el neurodesarrollo típico, esperamos que los niños al año ya hagan uso del lenguaje expresivo con palabras con significado y significante, o sea que ya salimos de ese gorgojeo, salimos de esos sonidos del habla aislados y empezamos a tener palabras propias de la lengua. Mamá es mamá y es mamá y no es cualquier mujer, agua es agua y no es leche ni jugo. Eso sería una palabra con significado y significante.

Muchas veces estas primeras palabras tardan en aparecer y consecuentemente todo lo posterior, la palabra/sustantivo acompañada a un adjetivo, las frases simples formadas por tres palabras, etc. En este caso, lo primero que hacemos cuando los recibimos en el consultorio es realizar la prueba auditiva para asegurarnos de que nuestro niño está escuchando de manera adecuada.

Después de la valoración pertinente, en el caso de ser el área del lenguaje la afectada, la orientación a los padres,  es muy importante, necesitamos el trabajo con ellos y su acompañamiento  a lo largo de la terapia. Nosotros podemos ver al niño en el consultorio una vez por semana o dos en el caso de que sea necesario, o las que refiera el profesional interviniente, pero el acompañamiento de los papás es eje fundamental a lo largo del tratamiento.

Muchas veces el retraso del lenguaje no es simple, sino que puede estar asociado a otros trastornos del neurodesarrollo. En estos casos se hacen las derivaciones a los profesionales pertinentes. Muchas veces, es necesario trabajar con programas de intervención temprana con abordaje interdisciplinario.

¿Qué se puede hacer en casa para estimular el lenguaje y la buena comunicación en niños?

Una de las primeras cosas que sugerimos a los papás es, que si el niño no está escolarizado, empiece una salita de 2 o de 3 años, para que inicie la socialización con sus pares y empiece a tener la necesidad de comunicarse. Les pedimos a los papás también que sean buenos modelos, en vez de resolverles, todo porque los entendemos (algo muy común), sugerimos acompañar todos sus actos con palabras. Sí sabemos que nos está pidiendo jugo, lo vamos a llevar, vamos a ir juntos a buscar jugo haciendo referencias lingüísticas a la actividad que estemos por ejecutar.

Le pedimos a los papás tiempo de calidad con el niño. ¿Qué significa esto? Dedicarle 10 o 15 minutos diarios, en donde podamos ser buenos modelos referenciales de nivel expresivo y articulatorio. Muchas veces menos, es más, no queremos darle al niño un montón de palabras con un montón de lenguaje que no pueden procesar, sino más bien un lenguaje sencillo, simple y eficaz. Un buen tiempo de calidad de los padres siendo buenos modelos, es fundamental en nuestros niños.

También es importante hacer un uso adecuado del lenguaje. Dejar de lado esas palabras que en su momento estaban bien o servían porque el auto era brum brum y el tren era chuchú; empieza a ser necesario, y comenzamos a llamar las cosas por su nombre, (aunque nos cueste), para facilitarle los modelos adecuados.

Es importante que este tiempo de calidad con los papás, sea con un modelo claro, se puedan respetar los turnos, mirarse a los ojos, demostrar que estamos escuchándolos, las pausas son muy importantes porque las pausas le facilitan al niño la posibilidad de expresarse. Muchas veces nosotros en esta idea de que no habla, le damos mucho lenguaje y en realidad hay mucho material lingüístico que no están pudiendo procesar. Entonces es importante que las intervenciones sean cortas para poder asegurarnos que el niño está comprendiendo nuestro mensaje. Todo esto se hace a través del juego, porque a través del juego se aprende, nos desarrollamos en todos los aspectos, sociales, emocionales, cognitivos y por supuesto también lingüístico. El juego como momento lúdico, como momento recreativo es la base de la comunicación. Por eso hablamos de este tiempo calidad tan importante que los papás debemos tener con nuestros niños y por ahí se hace muy difícil en esta sociedad donde todo funciona tan apresurado.

En resumen, y a modo de consejo, quisiera compartir la importancia de aprender a escucharnos y a escuchar nuestras intuiciones como papás. Muchas veces a las seños si nuestros niños están escolarizados, suelen sugerir una consulta con el pediatra. Escucharlas a esas seños también, que muchas veces gracias a ellas recibimos los niños antes de lo que habitualmente nos llegan.

Estar atentos, no preocuparse si no ocuparse de que nuestros niños tengan un buen neurodesarrollo, que puedan ser abordados de manera temprana y se puedan resolver de manera criteriosa las necesidades o desafíos que presenten en cada una de las áreas de la fonoaudiología.

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